Una historia con muchas aristas tenis

Trungelitti avanza en Nueva York

Por Daniel Corujo

Marco Trungelitti, santiagueño, de 31 años,  es un tenista con un par de particularidades en su historia tenística. Una, la deportiva, de lucha, de elegir “la más difícil” de ir a las clasificaciones de los Grand Slams antes que a un challenger (pasó siete qualys en los torneos más importantes, lo que es un gran mérito), pero que nunca pudo meterse entre los cien mejores del mundo.

La otra historia, es la del fantasma de las apuestas donde participó como testigo en juicios deportivos de arreglo de partidos, inclusive contra un par de argentinos como Nicolás Kicker (suspendido por 2 años y 9 meses) y Federico Coria (4 meses de inhabilitación para jugar en ATP).

Hace un tiempo ya, se conoció una nota en un diario argentino con el jugador contando detalles sobre estos temas que expusieron a nivel masivo un tema ya conocido en el ámbito tenístico. Habló de la acusación que tuvo de varios colegas de “topo” de la ATP. E inclusive cuando un par de periodistas argentinos le preguntaron sobre esa acusación en una charla mano a mano, el tenista eligió insultarlos.

Hoy Trungelitti es 198 del mundo y llegó a ser 112. Este lunes en primera vuelta en el US Open derrotó en 5 sets al español Alejandro Davidovich Fokina (32 ATP) en lo que fue su primera victoria ante un jugador Top-100 en más de dos años.

Pero la verdad es que, si bien muchos defienden a Marco, muchos latinoamericanos (jugadores y coaches) apenas lo saludan y es muy raro que el jugador, radicado en Andorra, opte por no participar en alguno de los torneos (ATP o Challengers) que se hagan en la Argentina.

Cuando ganó un título challenger en el 2019 en Florencia, Italia, en una entrevista en el sitio oficial del torneo dijo que “seguramente nadie en Argentina debe estar contento por este título”, cuando se le preguntó a quien le dedicaba la victoria en su país.

Sin lugar a dudas, la historia de este tenista argentino no está completa. Está contada una parte de ella. Tal vez, la porción que falta del “cuentito” nadie, por ahora, tiene ganas de contarla.

 



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