Lo dijo la flamante ganadora del premio Berta Cáceres: “soy bióloga especializada en la disciplina que estudia la ecología del agua dulce, ríos, lagos, lagunas y mi orientación tiene que ver con el estudio de los microorganismos acuáticos como modelos de alerta y cambio que puedan sufrir los sistemas, a través de la acción humana. Estoy trabajando en determinar cómo la agricultura industrial, que usa agrotóxicos, altera la calidad del agua. Nosotros hablamos de la integralidad del ambiente y las personas, y en Argentina la expansión de ese modelo viene de la mano de sustancias muy dañinas como el glifosato, pero hay otros tantos que se utilizan y llegan a los sistemas de agua dulce. En cuanto a las políticas públicas sobre este tema existen algunas que son nacionales, pero en lo relativo a lo que estudio hay muchísimo por hacer, porque estamos hablando de una situación muy controversial por los grupos de poder que están involucrados y una normativa nacional y provincial es de muy compleja aplicación. Yo propongo líneas de cambios progresivos hacia un modelo que priorice la salud de las personas y el ambiente, eso está faltando”, dijo la ecóloga de agua dulce, profesora de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET.

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