Oscar “Cholo” Gómez Castañón entrevistó a Patricia Gómez en Pan casero.
Nacida en Reconquista, Patricia Gómez proviene de una familia donde la música estaba muy presente. “Mi padre era bandoneonista de una orquesta típica, pero también hacía música del litoral. El sostén familiar se conseguía a través de la música y ese ambiente fue el que me acompañó desde siempre y donde aprendí mis primeras canciones. Recuerdo que a los diez años gané el pre-Festival del Noreste, en Reconquista, que en aquel momento era tan importante como del de Jesús María. Fue ahí donde vi por primera vez a Mercedes Sosa.”, recuerda la cantora.
Comenzó cantando desde chica: tenía diez años cuando se subió al escenario de un festival en Reconquista, ciudad santafesina en la que todavía reside. Ganó el certamen de nuevos valores, fue su bautismo de fuego. Luego cantó en las capillas de su zona, en fogones, en guitarreadas. Su padre era músico y solía acompañarla. “Siempre entendí a la música como una forma de vida. Estudié canto, piano, guitarra. En mi adolescencia grabé mi primer disco. A los 18 gané el Pre Cosquín y grabé otro disco. Después vino un torrente de actuaciones por el país, siempre tocando música del Litoral”.
Recorrió China en una gira, cantó rock, fue nominada a los premios Gardel con su disco Jaaukanigás (2018), compartió escenarios con Pedro Aznar, Carlos Aguirre y Teresa Parodi y grabó temas de Fernando Cabrera, Coqui Ortiz, Chacho Muller, Serrat y Spinetta. Se formó escuchando, a la par, folklore, tango, música clásica y jazz. “Hay una síntesis, que luego se traduce en mis instrumentaciones. Esos elementos en mí conviven en una comunión y no en una confusión”.
Docente y directora de coro, su referente fundamental sigue siendo Mercedes Sosa: “Porque en su voz están todas las cantoras de América Latina. Es un faro permanente y un ejemplo de lucha, resistencia, empoderamiento y, sobre todo, una de las voces más bellas que jamás he escuchado”. Y uno de sus discos preferidos, el que no para de escuchar, es El amor después del amor, de Fito Páez: “Me enamoré de esa poesía tan distinta a lo que venía escuchando, los arreglos, las fusiones con el folklore, las tímbricas...”.
De raíz, en definitiva, como poética de una región, la del río: los relatos de su gente, sus rebeldías, sus sufrimientos, sus idiosincrasias. “Y aún con la bajante histórica del Paraná, ese río es agua y vida y en su mecer se parece al ritmo del chamamé. Ese río puede ser el río de cualquiera. Y es análogo a la canción. Como dice Marta Gómez en ‘si no cantara’. Si el nido de mi garganta no se volviera canción, ¿a dónde me llevarían mis pies y mi corazón?”.
Etiquetas: Pan casero, Patricia Gómez