Así surge de la comparación entre los censos de 2010 y 2022 respecto del porcentaje de mujeres de entre 15 a 19 años que tienen al menos un hijo nacido vivo.
A nivel nacional, la reducción fue todavía más pronunciada ya que en 2022 solo el 6,4% de las adolescentes había procreado, lo que significa una disminución a la mitad del porcentaje que había en 2010, que era del 13,1%.
Allí se ve claramente la intervención de programas estatales para bajar el embarazo adolescente, ya que en otros segmentos etáreos el porcentaje se ha mantenido casi inmutable: en las mujeres de entre 45 y 49 años pasó del 90,4% al 89%.
La principal política pública que permitió modificar esta realidad fue la creación en 2018 del Plan NAcional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia, más conocido por sus siglas "ENIA", que fue recientemente desmantelado por el gobierno nacional.
En diálogo con Radio Nacional Salta, la psicóloga Estefanía Di Pascuo, quien integraba los equipos del plan en Salta, remarcó que era el único programa que abordaba la problemática en forma específica e integral.
"Es una inversión en salud un plan así (...) Es mucho más costoso el control de embarazo, el control del niño sano, que prevenirlo. Además que mejorás la calidad de vida de una adolescente porque una vez que se embaraza tiene más probabilidades de dejar la escuela y por ende después más probailidades de tener trabajo precarizado y mayor vulnerabilidad a futuro", argumentó.
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