Desde su Ojo de Agua natal, al sur de Santiago del Estero, hasta los escenarios de Buenos Aires, la artista Candela Mazza construye un puente entre la memoria ancestral y la canción contemporánea. Cantora, compositora y tejedora de emociones, Mazza se define como una mujer “sanavirona”, en honor al pueblo originario del sur santiagueño y norte cordobés del cual desciende. En cada interpretación, su voz es raíz y vuelo: un canto que germina desde la tierra y florece en el aire con la fuerza del monte.

En diálogo con Carla Ruiz en La Tarde de Radio Nacional Folklórica, donde se presentó acompañada por el guitarrista Juan Atienzo, Mazza compartió aspectos íntimos de su vínculo con el arte: “La música es mi lenguaje. No sé qué haría si no cantara”, confesó, con esa claridad vital que nace en lo más íntimo y se proyecta en lo colectivo. La conexión con el arte le llegó en la infancia, rodeada de tangos cantados por su abuela, guitarras en manos de su abuelo y el sonido entrañable del bombo compartido con sus hermanos. A los tres años ya cruzaba la plaza para bailar folclore. Más tarde, sin saber leer aún, le puso melodía a un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, marcando un destino que, aunque intentó evitar, terminó abrazando con plenitud.

Candela Mazza también escribe. Y lo hace desde una sensibilidad profunda: “Hay canciones que no podía cantar porque siempre me hacían llorar. Después de diez o doce lloraditas, se pueden cantar”, dice entre risas. Cada obra es una extensión de su cuerpo, de su historia, y del monte que la vio crecer.

Una cita con la música: Peña Arcoiris

Candela Mazza se presentará el viernes 27 de junio a las 22 h en la Peña Arcoiris, un encuentro folclórico que tendrá lugar en Atroden (Perú 571, CABA). Las entradas pueden adquirirse a través de Alpogo.com.

La noche promete ser una fiesta de raíces y mestizajes: habrá clase de baile folclórico, música para escuchar y también para bailar, con artistas invitados como Vale Bonetto, La Ferni, León Queen y Minka. Además, no faltarán las empanadas, el vino y los trencitos carnavaleros. “Vamos a darle hasta que las velas no ardan”, anticipa Candela.

Mazza no solo cultiva su música: también teje su ropa, cocina con recetas heredadas —como el locro mágico de su padre— y mantiene una huerta con cúrcuma y jengibre. En su tiempo libre se dedica a la carpintería, a las plantas, y a vivir con intensidad cada pequeño gesto que la conecta con lo esencial.

Al despedirse, citó a don Sixto Palavecino en quichua: "Moscoiniu tu lam poco serín, chacta y quita ama con kaichu, erexiquichi sapis ni quita ashpaquipata", que significa: “Tu sueño de a poco va madurando. No te olvides de tu pago y hacé conocer las raíces de tu tierra.”

Y eso hace Candela Mazza: canta para que el olvido no tenga lugar y las raíces se vuelvan canción.