La pelea que el chubutense Lucas Matthysse afrontará el sábado en California será una de las más importantes de su carrera y a la vez la que separará las aguas del regreso al alto nivel y las sombras de la mediocridad.
Así de taxativas se presentan las circunstancias para uno de los exponentes más dotados técnicamente del boxeo argentino del siglo en curso y sin embargo opacado por h o por b, sin el despegue suficiente para convertirse en campeón mundial absoluto y dar la talla ante un par de adversarios de inferior calidad, como el estadounidense Danny García en 2013 y el ucraniano Viktor Postol en 2015.
Esta derrota, la más cercana en el almanaque, rozó las fronteras de lo indecoroso y pareció sellar un futuro alejado del boxeo de élite.
De hecho, hasta el mismo protagonista merodeó la idea, la hizo pública y durante un buen tiempo la dejó fluir en su yo profundo hasta que llegara el momento de la decantación.
Al parecer, como ya es sabido, renacieron las ganas de volver a la fragua del gimnasio en pos de darse otra oportunidad, de demostrar que no está acabado, que aún puede competir con los mejores de su división en un plano de igualdad e incluso de vencerlos.
Su espléndida presentación del 6 de junio de 2017 en el T-Mobile de Las Vegas alumbró la plena recompensa de un lucido triunfo a expensas de Emmanuel Taylor y la consabida renovación del crédito para aspirar a las altas cumbres que volverán a coquetear dentro de 48 horas en el Forum de Inglewood cuando vaya por el título welter vacante de la Asociación Mundial de Boxeo.
¿Y cuáles chances asisten a “La Máquina”?
Muchas, no todas, pero muchas, en la medida que su oponente, el tailandés Tewa Kiram, es capaz de ostentar números inmaculados (38-0 y 28 KO) sin un solo nombre relevante.
Claro que al tiempo Kiram es diez años más joven, se revela como un peleador fuerte, rocoso, intacto y, después de todo, salvadas las distancias Postol tampoco decía mucho y sin embargo lo despachó por nocaut.
He ahí, por cierto, el eterno interrogante que late cada vez que el chubutense sube a un ring: ¿sabrá y podrá imponer condiciones que se correspondan con su boxeo depurado y su pesado golpe de ambas manos?
La asombrosa falta de garantías evidenciada para convertir lo potencial en real, su carencia de regularidad y sus desniveles emocionales persisten al modo de un Talón de Aquiles que Matthysse adeuda disipar.
De esas referencias históricas emana la deducción de que con Kiram afrontará uno de los combates más trascendentes de una travesía que consta ya de casi 14 años en el terreno profesional.
Como antes que al tailandés deberá vencer a sus propios fantasmas, recién si Matthysse lograra ser mejor que Matthysse estará habilitado a reclamar una revancha con Danny García, adversarios de categoría más elevada, marquesinas mayores.
Análisis