Alberto Olmedo, quien falleció el 5 de marzo de 1988, puede ser un disparador para conversar sobre los evidentes cambios que hicieron posible la llegada de Javier Milei a la presidencia.
En la era “pre Milei” Alberto Olmedo era visto en YouTube pero a escondidas.
Fue considerado el más grande actor cómico de la historia argentina de la televisión y el espectáculo hasta la marea verde. El feminismo o los feminismos marcaron nuevas fronteras entre lo decible y lo no decible en público. Olmedo entró en la zona de lo no decible. Ahí lo dejaron las críticas feministas fáciles de imaginar y aún de compartir: machismo, misoginia, mujer objeto, situaciones por lo menos de acoso presentadas en clave cómica. Pensemos en el sketch del Mano santa.
Fito Páez grabó su Tema de Piluso, inspirado y dedicado a Olmedo, en 1994, en el disco Circo Beat. ¿Lo grabaría después del cambio cultural que produjo la nueva emergencia feminista? La pregunta no tiene respuesta pero podemos suponer que sí. Fito es un artista en un sentido moderno (no posmoderno) de la palabra y por lo tanto no tiene problemas en soplar en contra del viento.
Otra pregunta con la misma respuesta es si lo recordaría públicamente con este afecto Escuchen lo que decía hace tiempo en el programa TVT.
(AUDIO DE FITO PÁEZ)
No obstante su cancelación “implícita” (no explícita) Olmedo ocupa un lugar privilegiado en la memoria popular y en la historia de la cultura popular de masas argentina.
Tardíamente fue reconocido por la “cultura culta”. Alberto Ure, un director teatral de los más consagrados por esa cultura afirmaba que “el registro interpretativo de Olmedo es superior al de los actores de la Royal Shakespeare Company”.
Entonces, a propósito de cambios culturales, Alberto Olmedo fue puesto entre paréntesis por la cultura de la corrección política, que se hizo sistema a partir de los gobiernos de Cristina Kirchner y con el auge de la marea verde. Y cuando esto ocurre, cuando el sistema es políticamente correcto, cuando lo políticamente correcto es parte del estatus quo, la transgresión es antiprogresista.
Esta es una de las tesis de Pablo Stefanoni en su libro ¿La rebelión se volvió de derecha?
Era una pregunta en el 2021, cuando se publicó el libro.
Hoy bien puede ser una afirmación: sí, la rebelión se volvió de derecha.
El subtítulo dice “cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común”.
Este nuevo sentido común es el suelo que pisa el gobierno anarco capitalista.
¿Esto debiera ser parte de una autocrítica del progresismo de la cancelación? ¿Haber creado su propia negación, que la rebelión sea de derecha?
Etiquetas: Alberto Olmedo, análisis, Sergio Tagle