El Poeta debe haber querido mucho a nuestro San Rafael. No nació aquí (Mendocino, de Villa Nueva, Guaymallén, o italiano de Apulia, según las fuentes), tampoco pasó niñez ni adolescencia. En realidad, Bufano llegó a éste lugar con 28 años de edad para trabajar en la Dirección Provincial de Vialidad.
Escritos suyos que trascendieron en ese ámbito, plenos de talento, llevaron a que, tres años después, los directivos de la Escuela Normal le ofrecieran horas cátedra de literatura, castellano y geografía. Fue formador de maestros durante veinte años hasta que en 1946 lo cesantearon.
Sobre el particular, su colega y político mendocino Ángel Bustelo escribió: “lo cesantearon por su conducta democrática anti nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Eso le valió el odio zoológico de los cavernícolas del primer gobierno de Perón. Lo acusaron de no tener título habilitante para dictar clases en castellano, a uno de los mejores escritores que ha tenido el país, sin reparar en el dicho de Sarmiento de que “Los títulos no acortan las orejas”, expresó un indignado Bustelo.
Luego que lo echaron, Alfredo Bufano se fue a Buenos Aires aquejado por problemas respiratorios y una sordera. Cuatro años más tarde, en 1950, cuando vino a visitar a una de sus hijas, falleció. Falleció como vivió: pobre.
Pese a que fue inhumado en el Cementerio de la Chacarita (lo despidió una comisión de honor compuesta por Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Laínez, entre otros.) un par de meses después, cumpliendo con sus deseos, sus restos fueron trasladados al cementerio de la Villa 25 de Mayo.
No nació ni acuñó sueños de infancia ni adolescencia en San Rafael. En cambio vivió ingratitud. Aun así, quiso que sus despojos permanecieran eternamente aquí. Sin duda: Alfredo Rodolfo Bufano debe haber querido mucho a éste lugar.
Semblanza del Poeta de lo Cotidiano, a 67 años de su deceso.
Por Roberto A. Bravo
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