Manifestaciones para pedir la destitución del presidente Jair Bolsonaro comenzaron pasadas las 9.30 en centenas de ciudades de Brasil y del exterior, en una jornada convocada por partidos y movimientos sociales opositores para cuestionar el manejo de la pandemia, con la cifra de medio millón de muertos que se alcanzará este fin de semana.
La jornada de protesta se inició con movimientos de brasileños en las principales capitales europeas, como Roma, Madrid, Lisboa, Londres, París y Berlín, que llevaban carteles como "Bolsonaro genocida" por haber negado la gravedad de la pandemia.
Estas protestas fueron convocadas por movimientos sociales de la izquierda luego del sorpresivo éxito que tuvieron otras marchas realizadas el 29 de mayo, en una suerte de pulseada contra la ultraderecha por el control de las calles en la narrativa política.
El Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva adhirió a las manifestaciones que son convocadas con barbijo, al contrario, por ejemplo, de las organizadas por el bolsonarismo que rechaza como principio las cuarentenas y las medidas de distanciamiento.
En Brasilia, frente al Museo Nacional, grupos de indígenas que acampan para repudiar la minería que impulsa el Gobierno en las reservas de los pueblos originarios, dieron inicio a una movilización que va a recorrer la Explanada de los Ministerios hasta llegar al Congreso.
En Río de Janeiro, la concentración se inicia a partir del mediodía en la plaza Cinelandia, tradicional escenario de las protestas de la ciudad maravillosa, y en San Pablo a partir de las 16 frente al Museo de Arte de Sao Paulo (Masp), en la avenida Paulista, principal arteria de la mayor urbe sudamericana.
El pedido central tiene como objetivo presionar al presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, un bolsonarista del conservador Partido Progresista (PP), para que acepte uno de los más de 100 pedidos de juicio político presentados contra Bolsonaro.
Las acusaciones principales son por atentar contra la salud pública, sobre todo el año pasado cuando en lugar de vacunas buscó la inmunidad de rebaño ofreciendo oficialmente el antipalúdico cloroquina como un remedio milagroso y preventivo, algo que no está confirmado por la ciencia y que genera efectos colaterales.
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