CHARLA EN NUNCA ES TARDE

Conrado Estol presentó un nuevo libro en el que revela detalles inéditos de la tragedia de los Andes

Antes de su llegada a las librerías, el neurólogo y referente en salud y bienestar, Conrado Estol, presentó su nuevo libro “Lo que nadie contó de la tragedia de los Andes. El otro milagro” en Radio Nacional, en el que, inspirado en la historia de Fernando “Nando” Parrado, uno de los sobrevivientes del accidente aéreo ocurrido en 1972 en la cordillera de los Andes, reveló detalles inéditos del accidente que conmocionó al mundo.

En su libro, Estol se enfocó en las “casualidades con suerte” que salvaron a Nando, a la vez que desentrañó las conexiones entre la biología, el azar y la determinación humana.

“Nando Parrado es la persona, él es el héroe, él es el milagro, es uno de los uruguayos que cayó en la montaña en el ‘72, y fue quien insistió diciendo ‘me voy de acá, no me quedo a esperar que nos busquen, si me tengo que morir, me voy a morir tratando de vivir. Los voy a llevar a ustedes a su casa para Navidad’. Esa era su insistencia. Y lo importante es decir que eran chicos de 22 años. Es fundamental empezar con eso: empatía, tratar de ponernos en el lugar de esos chicos”, dijo en diálogo con Adrián Noriega, conductor de Nunca es tarde.

El accidente del avión 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya ocurrió el viernes 13 de octubre de 1972, cuando el Fairchild FH-227D de un vuelo chárter que el día anterior había partido de Montevideo a Santiago de Chile, se estrelló en la cordillera de los Andes con 45 pasajeros a bordo.

Muchos eran estudiantes y jugadores de un equipo de rugby, y tras estrellarse en la Cordillera de los Andes, tres miembros de la tripulación y diez pasajeros murieron inmediatamente, otros perdieron la vida con el correr de los días, y solos 16 de ellos lograron sobrevivir tras sufrir penurias extremas como la congelación, la sed y el hambre.

“Lo escuché a Nando contar su historia y dije ¿cómo pudo haber sobrevivido? No es posible sobrevivir a un choque de un avión. En el momento del accidente, él quedó en coma y dos chicos, estudiantes de medicina de primer año pensaron que se iba a morir o que estaba muerto. Lo pusieron con los irrecuperables o muertos en la entrada del fuselaje, y eso le salvó la vida”, recordó Estol.

El estado de coma “fue bueno”, detalló el experto porque la persona “no consume un exceso de oxígeno”.  Y en el contexto del accidente, “tampoco le daban agua, porque lo daban por muerto y además estaba a casi 4000 metros de altura, que es algo que deshidrata igual que estar en el desierto de Sahara”, explicó.

“Todo eso se lo hizo la naturaleza por casualidad en 1972, antes de que estos se transformaran en tratamientos que la medicina inició para el traumatismo cerebral”, destacó el neurólogo.

El caso de Parrado fue “el epítome de la fuerza de la mente”, subrayó Estol.

“Ese hombre no quería morir. Y es esa fuerza la que le llevó a caminar diez días. para encontrar al arriero Sergio Catalán, que fue a buscar a caballo a alguien para que los rescataran, y llegaron los helicópteros”, concluyó.