COLUMNA DE OPINIÓN

Corrupción: los otros y nosotros. “No hagamos la vista gorda”

“Las imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador” se advierte  en determinados programas de TV, también en algunas películas.

 Los hechos de corrupción que se descubren a diario en la Argentina de los últimos tiempos hieren pero estamos inoculados. No necesitamos que nos pongan sobre aviso. Hemos perdido la capacidad de asombro. ¡Hemos visto tanto!

 Y estamos algo confundidos: para muchos es como si esos cachetazos afectaran solamente a otros. Cómo si la agresión a moral, razón y ética no dañara colectivamente. Cómo si los malos ejemplos no influyeran en todos independientemente de dónde vivan; más allá de lo que hagan.

 La realidad es que es tan perniciosa la deshonestidad como acostumbrarse a ella. El dejar hacer, el “no te metás”, el querer quedar bien con Dios y con el diablo nos convierte en una masa ingrávida. La Argentina precisa de un mayor protagonismo de los argentinos; Las medias tintas no robustecen la República.

 Para tener un país distinto, como reclamamos indignados, hay que dejar de especular; hay que expresar las ideas con sinceridad y coraje. Las conductas ambiguas alimentan la grieta social que pone de un lado los procederes transparentes y del otro los turbios.

 Debemos condenar, alzar la voz, denunciar; Asumir que también hay responsabilidad por acción u omisión. A los oídos de los que tienen principios debe sonar a agresión y hasta burla eso del Robo para la Corona o el Roban pero Hacen. Si estamos tan asqueados, no hagamos concesiones.

 Para que dejemos de ser espectadores heridos por imágenes debemos condenar a quienes nos agreden. Frente a lo inaceptable no miremos para otro lado, no hagamos La Vista Gorda; la generación que viene nos mira. Y nos evalúa. Y, con razón, reclama algo mejor.

Por Roberto A. Bravo