Dos notables dúos: el de flauta y arpa a cargo de Patricia Da Dalt y Lucrecia Jancsa; y el de voz y piano integrado por Nahuel Di Pierro y Juan Pablo Scafidi, le pusieron un broche de lujo al cuarto y último programa especial del ciclo Clásica en vivo que en la noche del martes colmó de música y aplausos el Auditorio de Radio Nacional.
Ambas propuestas de carácter camarístico que también pudieron apreciarse con transmisión a través de Nacional Clásica (FM 96.7) reafirmaron que los afanes de belleza, excelencia y goce pueden ser propios de la música sin reparar en si se trata de obras académicas o populares.
Con la afable y a la vez erudita conducción de Boris, la velada fue inaugurada por la dupla Da Dalt-Jancsa, compañeras en la Orquesta Sinfónica Nacional y además motores en el reconocido Trío Luminar con 20 años de trayectoria que para su conformación actualmente integra a la violista Kristine Bara.
En el inicio las artistas ejecutaron “Danza de los espíritus bienventurados”, de la ópera "Orfeo y Euridice", que el alemán Christoph Gluck creó en 1762.
Para la segunda interpretación se anunció “Bordel 1900”, primero de los cuatro movimientos de “Historia del tango”, que Astor Piazzolla compuso en 1985 para flauta y guitarra, una propuesta que la flautista definió como “algo que es muy hermoso y me coloca en ese lugar de asumir que el bandoneón también es un instrumento de viento como la flauta y el fuelle es como los pulmones, como la respiración”.
A partir de arreglos de Kari Vehmanen y con Jancsa multiplicando las posibilidades expresiva que el autor y bandoneonista ideó pensando en la guitarra, el abordaje mereció ovaciones que empujaron a un bis fuera de programa que fue “Extracto”, del francés Jacques Ibert (1890-1962).
Con el escenario a punto de ebullición, el ingreso del bajo Di Pierro que, como destacó Boris, “vuelve a cantar en el país después de seis años”, multiplicó el clima de alborozo y su encuentro con el impecable piano de Scafidi regaló pasajes de excepción.
A piano y voz, el programa comenzó con “Lascia la spina”, de “Il trionfo del tempo e il disinganno”, aria del oratorio de Georg Handel devenido en ópera.
Con los aplausos todavía resonando en respuesta a esa primera muestra, el cantante señaló: “Esperemos que no se cierren estos espacios y sigan siendo un centro de reunión entre los artistas y el pueblo”.
Enseguida el pianista resaltó la cualidad del formato de cámara que, dijo, “es la expresión más genuina e íntima entre la música y la gran poesía”, una sentencia que se puso en acto con la “Canción romántica”, primera de tres que Maurice Ravel creara entre 1932 y 1933 bajo el integrador título de “Don Quijote a Dulcinea” para un proyecto cinematográfico del que finalmente fue desplazado.
El set de Di Pierro-Scafidi concluyó con “Non più andrai”, que cierra el primer acto de la ópera bufa “Las bodas de Fígaro” (1786), de Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo da Ponte y una tremenda ovación saludó la versión a la que la falla de la tablet del pianista -que lo obligó a tocar buena parte de la obra sin partitura- no le quitó impacto ni excelencia.