Respecto de las salidas, del esparcimiento por las noches, en un momento de nuestra historia (no hace tanto) hubo un llamado Cambio Cultural. Cambio cultural es una de esas frases que se gastan de tanto usarlas para tratar de encontrarle explicación a lo que no se le encuentra mucha explicación. Es que, lo de Cambio Cultural no califica; no dice lo importante: si es bueno o es malo.
Esa modificación hizo que temprano se convirtiera en tarde y viceversa. Es decir, concurrir temprano a los boliches (medianoche) se transformó en tarde (dos y media de la mañana o más). E irse tarde (“¡Huy, se hicieron las cuatro!”) se convirtió en retirarse temprano: cerca de las siete...
Como aporte al entendimiento del porqué del pregón y justificación del denominado Cambio Cultural podemos puntualizar lo económico. Sí, lo económico porque, al estirarse la noche, el tiempo se mata con el consumo de bebidas alcohólicas y/o las llamadas drogas sociales. Y eso cuesta. Y genera dividendos sin que haya mucho trabajo para ello.
Claro que esas ganancias son para unos pocos. Pocos comparados con la cantidad de consumidores damnificados. Mientras los del primer grupo no se Engrupen con las supuestas bondades del Fernet, la Marihuana, la Cocaína o lo que fuere, los del segundo tienen la salud hecha jirones y un futuro incierto.
Lo peor es que la heredad también se verá afectada, sea por la ausencia lúcida de los progenitores o, porque éstos, los debilitaron en la gestación.
Es duro. Y expresado con crudeza porque, en cualquier caso, la realidad no va a ser distinta.
Cada experiencia deja mensajes. Para que las generaciones que vienen tengan calidad de vida y futuro, deben (y debemos) saber leerlos, interpretarlos e interpelar a los que hipócritamente los venden.
Por ejemplo, preguntarnos si determinados slogans (como el del Cambio Cultural) significan algo bueno o no sin prestarnos ingenuamente al juego perverso. Eso es lo sustancial.
Por Roberto A. Bravo
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