La reciente disputa pública entre el expresidente Donald Trump y Elon Musk marca un quiebre notable en lo que hasta ahora había sido una alianza política y empresarial. Tal como informó The Guardian, Trump calificó a Musk de “haber perdido la razón” (“lost his mind”) luego de que el empresario cuestionara con dureza la llamada “Big, Beautiful Bill” (BBB) y señalara que sus políticas fiscales podrían devastar la economía estadounidense.
Desde Nueva York, el periodista Mauricio Zabalza dialogó con el equipo de Creer o reventar y subrayó que este enfrentamiento expone una ruptura significativa entre dos figuras previamente muy cercanas.
"El día antes de asumir, en un meeting que tuvo en Washington, Trump le agradeció a Musk y dijo que sin él no hubiéramos ganado la elección", recordó.
El origen del conflicto se remonta a los comentarios de Musk sobre el proyecto, que planteaba recortes masivos al déficit pero también eliminaba subsidiar a los vehículos eléctricos, lo que impactó directamente a Tesla. Además, Musk hizo referencia a los vínculos de Trump con figuras controvertidas como Jeffrey Epstein, lo que intensificó la tensión.
"Esta relación tenía fecha de vencimiento", consideró Zabala.
Musk llegó a sugerir la posibilidad de desactivar la nave Dragon, afectando capacidades estratégicas del país, aunque luego volvió a moderar su postura tras presión de figuras como Bill Ackman.
Por el momento, Trump parece no estar dispuesto a una reconciliación: según fuentes como Reuters, rechazó una posible llamada de “paz” y minimizó cualquier contacto con Musk, recomendando a su equipo enfocar esfuerzos en la agenda legislativa.
Sin embargo, medios como IndiaTimes y Bloomberg Linea señalan señales incipientes de desescalada, alentadas por terceros interesados en que el entredicho no detenga proyectos clave para la economía y la defensa nacional.
"No hay nadie que no esté hablando de esto", sostuvo el periodista.
Este episodio deja en evidencia que la relación Trump‑Musk, que vivió su mejor momento tras el aporte millonario de Musk a la campaña de 2024 y su rol en el Department of Government Efficiency (DOGE), se encuentra en su punto más álgido de tensión y elevados riesgos, con potenciales repercusiones para contratos federales y la política energética.

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