Murió Ramona Galarza, figura emblemática del chamamé. Fue la gran voz femenina que puso a la música del Litoral en un lugar destacado para el gusto del público masivo. A lo largo de su trayectoria grabó más de 30 discos y participó de numerosas películas. “Ramona Galarza fue y será siempre una luz en el camino de cualquier mujer cantora. Una mujer que abrazó a la música del litoral de tal forma que el mismo río se hizo melodía en su voz”, dijo Fernanda Roselli. “Fue y será una de las referentes más importantes del cancionero argentino y siempre me pregunté lo difícil que habrá sido para ella, como mujer, subirse a un escenario e imponerse con el chamamé en tiempos en los que el folclore solo era para los hombres. El artista no muere, vuelve a vivir en sus obras y en sus canciones”, expresó la diamantina Diana Zapata. Por su parte, Silvia Teijeira, destacó que fue una gran “inspiradora para muchas generaciones”. Por último, Marcia Müller, adelantó que se organizó una Comisión de Proyecto para la Ley del Día Nacional de la Mujer Chamamecera y que el 15 de junio como Día Nacional de la Mujer Chamamecera, celebrando el natalicio de Galarza.
En el Hospital Pirovano de Buenos Aires, donde había sido trasladada desde su casa tras sufrir un paro cardiorrespiratorio, murió Ramona Galarza. Tenía 80 años. Figura extraordinaria de la música argentina de raíz folklórica, Ramona Galarza fue la gran voz femenina que puso a la música del Litoral en un lugar destacado para el gusto del público masivo.
Ramona Modesta Onetto Galarza había nacido en Corrientes el 15 de junio de 1940. Comenzó su carrera en la Orquesta Folklórica de esa provincia, que dirigía por Naum Salis, en la que compartió el rol de solista con Efraím Maidana, popularmente conocido como Ernesto Dana. A fines de la década del ’50 Ramona llegó a Buenos Aires, después de abordar un breve papel en la película Alto Paraná, de Catrano Catrani, que se filmó en Paso de la Patria, cuyo director musical fue Herminio Giménez. Fue el mismo Giménez el que llevó a la joven Ramona a Odeón, donde conoció a Fernando López, director artístico del sello y al poco tiempo su marido durante 44 años. Conocida de ahí en más como “La novia del Paraná”, Ramona entró en los canales de circulación del folklore en épocas del “boom” del género, fortalecida por un componente distinto y trasgresor: una mujer, joven y bella, se presentaba cantando un ritmo históricamente discriminado por prejuicios culturales, relegado en la avanzada folklórica de éxito en la época: el chamamé. La dulzura de su voz y su manera de decir inimitable, además del despliegue orquestal que en general proponían sus grabaciones, despertaron otro modo de concebir ese paisaje más conocido por el bramido agreste del sapucay que por la dulzura natural de la lengua guaraní.
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