Por Santiago Lucía - @santilucia
Nadie escapa a la hoguera en el fútbol argentino. Podrás ser el mejor calificado por la FIFA, dirigir el partido inaugural y la Final de la Copa del Mundo, pero no serás profeta en tu tierra. Peor aún si sos árbitro. Críticas constantes, presiones y teorías conspirativas construyen el ecosistema para los referís en la Argentina. Nadie escapa a eso. Ni los buenos e insobornables. La sospecha y el insulto es para todos.
Pitana es un exponente del referato argentino. No es el mejor ni el peor. Pero se formó y representa a un fútbol con sus reglas y su idiosincrasia. Donde los jugadores ventajean, los dirigentes presionan, los hinchas putean por las dudas y el periodismo conspira y sospecha. En ese barro se desarrollan.
Muchos de sus colegas y ex árbitros aseguran que, justamente, esas condiciones son las que los fortalecen y ante escenarios más calmos les permite elevar su rendimiento. Pitana ganará prestigio internacional pero la ecuación doméstica no se modifica. La trama es más profunda.
Sirve al menos para preguntarnos ¿por qué puede ser el mejor del mundo y descalificado en nuestro país? La respuesta debiera venir con una mirada introspectiva de cada uno de los sectores que forman el ambiente hinchas, jugadores, periodistas, entrenadores, dirigentes, árbitros y empresarios. Pero transparentarnos frente a un espejo es un ejercicio, también en el fútbol, por ahora impracticable.
Etiquetas: mundial, Néstor Pitana, Rusia 2018