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Fuerte repudio al acto negacionista convocado por Victoria Villarruel

El acto convocado por la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, que combinó un homenaje a víctimas de Montoneros y ERP con un espíritu negacionista de los crímenes de la última dictadura, provocó hoy una movilización de organizaciones de derechos humanos y partidos políticos en repudio a este tipo de expresiones y cuestionaron a la Legislatura porteña por avalar el acto que buscó instalar "nuevamente la teoría de los dos demonios".

La actividad, organizada por la diputada nacional y la legisladora porteña de La Libertad Avanza (LLA) Victoria Villarruel y Lucía Montenegro, a su vez, transformó el ritmo habitual del Parlamento local, donde se impidió el acceso al salón donde transcurrió el evento a medios periodísticos, lo que motivó el reclamo de los trabajadores y trabajadoras de prensa que quedaron custodiados por personal de seguridad.

Asimismo, se registraron momentos de tensión dentro y fuera del edificio legislativo con los manifestantes que intentaron derribar el vallado dispuesto por la Policía de la Ciudad en las inmediaciones del Palacio, y con militantes del Frente de Izquierda que realizaron una protesta en el hall de ingreso al salón Dorado, del primer piso con carteles con leyendas como "El negacionismo es fascismo" y "Fue genocidio, no guerra".

El acto, en rigor, fue organizado por el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), del que Villarruel es presidenta honoraria, y tuvo como oradores a Lorenza Ferrari, Graciela Saraspe y Arturo Larrabure, hijo de Argentino del Valle Larrabure, un militar que fue secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo el 10 de agosto de 1974 en la localidad cordobesa de Villa María y cuyo cadáver apareció el 19 de agosto de 1975.

“Aquí vivimos en un relato eterno, sin embargo, en la década del 70 organizaciones armadas causaron miles de víctimas”, dijo Villarruel durante su exposición en la que agregó que “durante años, las víctimas del terrorismo fueron desaparecidas de la memoria, se las negó”.

Remarcó que el acto tuvo como fin “reivindicar esas víctimas, darles voz”, y afirmó que quienes se opusieron a su realización “son cómplices de los que asesinaban y derramaban la sangre de inocentes y sólo quieren la democracia para ellos y los derechos humanos con exclusividad”.

“Después de 40 años de una visión amputada de la historia, de arrancarnos a nuestros seres queridos, de demonizarnos y tratar de ponernos una mordaza en la boca, decimos que no les tenemos miedo”, aseguró al cierre del homenaje que finalizó con la entonación del Himno nacional.

Mientras el acto se desarrollaba dentro del salón, fuera los trabajadores de la Asociación de Trabajadores del Estado realizaron también una marcha “en ronda” en la puerta del salón Dorado, para repudiar el homenaje y “en rechazo a todo intento de reinstalar la teoría de los dos demonios”.

El bloque de Unión por la Patria, después de debatir cuál era la postura que iban a adoptar, emitió un comunicado en el cual sus integrantes repudiaron “enérgicamente cualquier expresión de negacionismo”.

“Resulta inaceptable que una institución fundamental del sistema democrático como la Legislatura porteña sea un espacio donde se reivindique a la dictadura y se llevan adelante acciones que buscan instalar nuevamente la teoría de los dos demonios, relativizando el genocidio perpetrado por el Estado argentino desde 1976 a 1983”, agregaron en alusión también a la decisión de las autoridades de la Legislatura porteña de permitir la actividad.

De hecho, según varias fuentes consultadas por Télam, el vicepresidente primero de la Legislatura y diputado de Juntos por el Cambio, Emmanuel Ferrario, se retiró del edificio pasadas las 15, dos horas antes del acto y cuando se registraban las protestas fuera y dentro por parte de los periodistas, a quienes, en un principio, se les prohibió la cobertura.

Para la legisladora de LLA, Montenegro, el homenaje fue su “granito de arena en aporte a esta reconstrucción histórica”.

Saraspe, hija de Héctor, encargado de un bar y asesinado en Tucumán por el ERP, en 1974, expresó que su vida fue “un calvario” hasta que conoció a Villarruel, a quien definió como alguien que le dio “una luz de esperanza”.

Larrabure, por su parte, dijo que “la lucha continua y la vamos a seguir dando de la mano de Victoria que es un ejemplo para todos nosotros”.

“No hay persona en la Argentina que conozca tanto las historias de las víctimas del terrorismo que Victoria Villarruel, ella es una estudiosa del tema”, explicó más temprano en declaraciones radiales, en las que sostuvo que “la memoria argentina no tiene conciencia porque un joven no va a saber lo que sucedió porque no se lo contaron”.