María conversó en forma telefónica con Horacio Vogelfang, jefe del servicio en el hospital,cirujano, recibido en la Universidad de Buenos Aires, cuya formación completó en hospitales infantiles de Boston, Toronto, Londres, Amsterdam y París.
El primer trasplante cardíaco en el Hospital Garrahan lo realizó Vogelfang en el año 2000 y su servicio es pionero en la incorporación de tecnologías de última generación que sirven de puente al trasplante como son los llamados corazones artificiales (Berlín Heart y Sistema intratorácico de asistenca ventricular), comprado por el estado argentino y que mantiene con vida a muchos chicos mientras esperan ser trasplantados.
A su vez, el Garrahan -que este año está celebrando sus treinta años de vida- lleva realizados casi 2.000 trasplantes infantiles, entre hepáticos, de corazón, riñón y más de 400 de médula ósea.
La población de pacientes del Garrahan es muy particular -explica Vogelfang- ya que los chicos que van a trasplante suelen ser muy pequeños en edad y en peso. "Eso limita muchísimo la posibilidad de donantes. En general (y por suerte) en nuestro país no hay tanto fallecimiento de niños que puedan ser donantes", agrega el médico.
"Estas cirugías son muy difíciles y riesgosas" Para que un órgano que pueda trasplantarse, debe haber muerte cerebral del donante pero es vital que el resto de su organismo siga funcionando unas horas más con los órganos en buen estado.
Vogelfang cuenta cómo es su vida, cómo eligió esa profesión y cómo la sigue llevando adelante en el día a día.
En la segunda parte del programa, María recibe a Ismael Fernández, un hombre que, de chico decidió irse de su casa a vivir a la calle y hoy a los 34 años es actor, docente y principal referente de la Asociación Civil Amanecer.
Ismael vivió en un vagón de tren abandonado, pero conoció el teatro y hoy le transmite su experiencia a otros jóvenes.
Abandonado en la estación Once, conoció a Franco Guilino, presidente de Amanecer.
El encuentro se dio dentro de un taller de teatro gratuito que él organizaba.
Ahí, Ismael, no solo encontró un refugio, sino también un espacio de alivio y contención, donde se podía expresar.
A partir de ese momento convenció a sus amigos que vivían con él para asistir a las clases.
Gracias a la asociación, pudo salir de la calle. También aprendió a leer, gracias a los guiones teatrales, y encontró una vocación. Hoy en día, ya con 31 años, es actor y docente en un teatro en La Plata, donde les da clases a chicos en situación de calle.
Etiquetas: Cuento con voz, Horacio Vogelfang, Hospital Garrahan, María Areces