Ariel Holan es un personaje singular dentro del fútbol. Siempre lo fue. Antes de llevar a Independiente a ganar su decimoséptima copa internacional, ya era un entrenador mirado de manera extraña por muchos, y no precisamente por su historia de drones y hockey.
El hombre, que hoy decide abandonar al club en la cima de la ola y con los desafíos más importantes por venir, esgrimiendo problemas reales con la barra brava y preocupaciones entendibles por su familia, no se va por ese motivo que sería más que aceptable.
Holan (quien tuvo ya peleas con Burruchaga, Almeyda y Vivas, entre otros) se va de Independiente por una historia de celos y ego.
El peso específico del profesor Kohan (el mismo que lo metió en el mundo del fútbol) y la llegada de éste al plantel hizo que el DT quiera abrirse un nuevo camino ya sin compartir lugar, ganancias ni elogios con el PF.
¿Puede ser tan importante un preparador físico? No siempre, pero en este caso sí.
Y tanto es así que cobraba el mismo sueldo que el entrenador. Porque Kohan además de preparar físicamente al plantel, era el hombre que preparaba mentalmente al grupo.
Ese 'coaching', tan de moda, llevó a Kohan a ser el referente del plantel de Independiente. Las charlas motivacionales previas a cada partido y en la semana, hicieron que los jugadores de Independiente tomen al “Profe” como líder.
Holan lo sabía. Holan no se lo bancó. Holan se puso a él mismo por encima de su amado Independiente. Ese fue el pecado de Holan.
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