La última inocencia
Partir
en cuerpo y alma
partir.
Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.
He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.
He de partir
Pero arremete, ¡viajera!
Angustia y fiesta. Territorio de revelaciones. Lo ausente, el vacío, la sed de lo imposible, sus obsesiones. Alejandra Pizarnik y ese lugar en el que los lenguajes tiemblan, ella escribe con los huesos, -dice Ivonne Bordelois-, vibra en ese verbo aterido y aterrado que es su voz. Sus poemas son relámpagos oscuros de una mente singularmente lúcida y atormentada.
En el capítulo 350 de la Juana, a 51 años de su muerte, celebramos su vida tan plena de poesía.