El último año de la escuela secundaria es para muchos alumnos un motivo de celebración por la culminación (en teoría) de la etapa de la niñez-adolescencia y el ingreso a la vida “adulta”, donde varios de ellos comenzarán a definir qué serán el resto de sus vidas.
Antes de comenzar una carrera universitaria o de emprender un trabajo formal (o ambos), los chicos desandan el último peldaño de la enseñanza obligatoria con la intención de concluir esa formación, pero también se dan la posibilidad de disfrutar ese momento que los depositará en la asunción de nuevas y mayores responsabilidades.
En ese marco, desde hace algunos años se ha tornado costumbre que la mayoría de los cursos de los últimos años de la secundaria adquieran prendas de vestir (generalmente buzos o camperas) que los identifican con su institución educativa y, particularmente, con su curso. Y será esa ropa la protagonista de una parte mayoritaria de los días en que los alumnos se presenten durante su último año en las escuelas.
Otro acto integra esta “liturgia de fin de secundaria” y es la presentación de los buzos o camperas. Allí, los alumnos –ataviados con las prendas referidas- recorren las calles de su barrio o del centro de la ciudad con elementos de percusión, silbatos, matracas y todo lo que sirva para hacerse notar sonoramente y lo acompañan con cánticos.
El resto de la comunidad, sobre todo los adultos, mira esas manifestaciones a veces con simpatía y hasta nostalgia y, otras veces, se muestra molesta por lo ruidoso de las presentaciones y porque –lo que es más grave- algunas veces esas expresiones derivan en despropósitos tales como que los alumnos corten el tránsito en las calles que pasan por frente a sus escuelas.
Nadie pretende criticar caprichosamente la alegría de nuestros adolescentes en un momento importante de sus vidas. Sin embargo, ellos deberán comprender que su derecho a la celebración concluye cuando los derechos de otros ciudadanos se empiezan a ver afectados por actuaciones como las antes referidas.
Por Alejandro Sosa
Etiquetas: estudiantes, opinión, secundaria