COLUMNA DE OPINIÓN

Llegan las elecciones: oportunismo vs convicciones

Ya quedó atrás el primer tiempo del partido electoral. En un mes y medio exactamente tendrá lugar el segundo. Ese sí que será definitivo. Ya se acallaron los ecos de las PASO y sus lecturas y debates sobre los resultados locales, provinciales y nacionales.

 

En tiempos electorales, como los que viviremos hasta el 22 de octubre, la gente intercambia ideas sobre partidos, políticos, candidatos, estrategias y demás. Que lo haga encendidamente, es entendible; siempre hubo acaloramientos enfriados por reflexiones como "No hablemos de política, religión ni fútbol".

 

A las posturas las sustentan las convicciones. Las hay ideológicas y pragmáticas. Las primeras tienen que ver con el corazón ("¡Viva el partido...!"). Tuvieron su máxima expresión  con liderazgos como los de Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín. También fueron imán de masas (sin haber ocupado primeras magistraturas) los socialistas Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo y, en el ámbito provincial, Francisco Gabrielli del Partido Demócrata de sello conservador. Aún quedan herederos. 

 

Las convicciones pragmáticas analizan únicamente resultados: "Me va bien. Sirven" (por los que gobiernan) o "me va mal. No sirven". No hay medias tintas. Ni consideraciones en contexto aún a sabiendas que no es posible (nunca lo fue) que todos los sectores se vean favorecidos al mismo tiempo. Sí, sería lo ideal, pero…

 

De cualquier modo se comprende ese comportamiento. Es válido. Cada uno sabe cuál es la horma de su zapato. En un contexto de individualismo como el que reina, sálvese quien pueda…

 

En la otra cara de la moneda está el electorado que privilegia oportunismo y relega convicciones. El que especula permanentemente y solo se pronuncia con los resultados puestos adhiriendo incondicionalmente a los ganadores. La vigencia de esa franja no es casual; es producto del mal ejemplo de dirigentes que forjaron sus carreras apoyando los Ismos que fuere con tal de estar. Candidatos vitalicios.

 

Algunos, algunos sí que conocen los domicilios donde el diablo compra almas.