A comienzos de los ochenta, decreció de modo alarmante el intercambio comercial entre Argentina y Brasil. Cuando ambos recuperaron sus democracias, comenzaron a trabajar para restablecerlo, profundizarlo y también potenciar acuerdos en otras áreas.
El 30 de noviembre de 1985, en la ciudad brasileña de Foz de Iguazú, los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney firmaron la declaración (o acta) de Foz de Iguazú. Fue el punto de partida para la creación del Mercosur que se concretó el 26 de marzo de 1991 con la firma del llamado Acuerdo de Asunción y la incorporación de Paraguay y Uruguay.
Los avances más significativos se concretaron a poco andar y no tuvieron continuidad en el tiempo; los dos mil desviaron el rumbo marcado por Alfonsín y Sarney y la apertura se convirtió en cerrazón.
Ahora, la voluntad que se expresa es la de enarbolar las banderas del comienzo. En ese contexto, desde hoy y hasta el viernes sesionará la cumbre del Mercado Común del Sur en Mendoza.
La capital provincial, cuarta en población nacional, además de los atractivos naturales propios de toda la geografía mendocina, es una ciudad de avanzada, moderna y funcional. Las ventajas comparativas han llevado a que sea la elegida para un encuentro que demanda extraordinarios operativos de seguridad y sanitarios.
Entre otros, Mendoza tendrá un beneficio directo e inmediato en dos rubros específicos: gastronomía y hotelería. Y, además de ser el epicentro de la información regional e internacional durante cinco jornadas, Mendoza tendrá difusión de sus lugares turísticos porque las coberturas periodísticas no solo se limitarán a la cumbre propiamente dicha.
Las deliberaciones y conclusiones de la cumbre bien pueden indicar líneas de acción concretas para recuperar propósitos y rumbo. Comenzarían a saldar la deuda con aquellos fundadores que imaginaron otro derrotero.
Por Roberto A. Bravo
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