Oscar “Cholo” Gómez Castañón charló con Gloriana Tejada Gómez, hija mayor de Armando Tejada Gómez. Tiene a su cargo el cuidado del patrimonio artístico y la memoria de un poeta que se canta en teatros y fogones criollos.
“Sólo tenía cuatro años cuando venimos a vivir a Buenos Aires. Y claro que el cambio fue muy grande! La luz de Mendoza es especial, su cielo de un azul intenso y las montañas imponentes.
Mi padre me contaba que al poco tiempo de llegar aquí yo le pregunté: “Papá, porque este país es tan gris?” y a él se le estrujó el corazón. Pero su tarea era aquí y Buenos Aires, que es una hermosa ciudad, fue muy generosa con su trabajo. Muchas puertas se abrieron para recibir una propuesta tan innovadora como el Movimiento del Nuevo Cancionero que él había fundado en Mendoza junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa, Tito Francia, Eduardo Aragón y otros músicos, actores, cantantes y artistas plásticos.
“Y al llegar aquí, muchos más se sumaron curiosos de esa propuesta de innovar en el cancionero sin perder la esencia nativa, pero reflejando en su poética la realidad del hombre de su tiempo; una poesía donde todos se sintieran identificados: el trabajador del campo, el obrero de una fábrica, el peatón de las grandes ciudades.”
“Hemos tenido oportunidad de conocer a muchos grandes creadores de la época que solían frecuentar la casa. Desde Víctor Heredia, muy jovencito entonces; la gran Mercedes Sosa que era casi su cuñada (su primer marido, Oscar Matus, era amigo de la infancia del papá,) y su comadre porque papá fue padrino de su hijo; Hamlet Lima Quintana que era su gran amigo; Elvio Romero, el poeta paraguayo que entonces vivía en Buenos Aires su exilio; el maestro Osvaldo Pugliese; Emilio de la Peña, gran pianista y compositor de tango; Homero Expósito; Horacio Guarany; Teresa Parodi; Ariel Petroccelli; Ramón Navarro; José Ángel Trelles; Ramón Ayala; Ariel Ramírez; Inda Ledesma, Carlos Alonso; entre los que me acuerdo, porque han sido muchos poetas, músicos, cantantes, actores y artistas plásticos con los que tenía amistad.
A papá le gustaba mucho cocinar y cocinar para los amigos, claro. Nos agasajaba con salsas muy ricas, pescados a la parrilla y por supuesto asados antológicos. A tal punto que escribió el Canto Popular de las Comidas, Premio de Poesía de Casa de las Américas en el año 1974, donde recrea la tradición de nuestros platos y nuestras costumbres. Y escribió bellas canciones como la `Zamba del Laurel´, la `Chaya de la Albahaca´, la `Milonga de los Asados´, todas ellas musicalizadas por Gustavo “Cuchi” Leguizamón, el gran músico salteño que también tuvimos el gusto de conocer.”
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