capítulo 231 JUANA PIMIENTA

Placer y deseo

De noche, sola, desposo la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
Ella no está lejos. Ella es mi encuentro.
La sacudo como a una campana. Me reclino
En la enramada donde tú solías montarla.
Me tomaste prestada sobre las sábanas floridas.
De noche, sola, desposo la cama.

(Anne Sexton)

Cuerpos deseantes que vibran, gozan, se rozan, se tocan, se encienden, se encuentran en su piel y en sus colores y sudores.

Cantos que nacen del útero, como la vida misma, y que suenan en clave de marea atravesando el cuerpo entero y sus galaxias, celebrando el misterio del deseo.

Ese deseo que nos quieren negar desde el poder patriarcal, pero que se abre paso entre las piedras y en los terrenos áridos que, con humedad vastísima lubricamos como pecadoras.