Hay palabras que no se lleva el viento, palabras que han sido enseñadas por profundos silencios, palabras que sólo se aprenden en los adioses, en el alfabeto de la huella, palabras dictadas por solitarios molinos, sugeridas por ariscas tranqueras, por lentas tardes e interminables noches, palabras que median entre la milonga y todo lo que calla Dios en el campo.
“Respiré hondamente el aliento de los campos dormidos. Era una oscuridad serena, alegrada de luminares lucientes como chispas de un fuego ruidoso. Al dejar que entrara en mí aquel silencio me sentí más fuerte y más grande” (Don Segundo Sombra. Ricardo Güiraldes)
Palabra galpón, palabra guiso, palabra fogón, palabra bagual, palabra matrera, palabra chacarera, palabras cebadas por el mate del desasosiego. Palabras que custodian el patrimonio espiritual del hombre frente a la abismal llanura…
“Viene por el camino/ la chata vieja/ y le suenan los bujes/ como una quena”
Sólo el hombre de pampa adentro sabe todo los idiomas de infancia, todas las voces de los ausentes, todas las milongas espectrales que balbuceaba la chata en su cansado andar
Todo lo que un hombre de pampa adentro ha caminado para alcanzar claramente el espíritu cultural de la alpargata, sus paisajes humanos, su cartografía desesperada
Hay objetos de comarcas que han sido como maderos para el náufrago. Instrumentos que han salvado al habitante de tierra adentro de la irremediable intemperie. Es el caso de la arpillera...
Si tuviéramos que hablar de la arquitectura de la soledad pueblera, sin duda deberíamos empezar por la tapera
Como las ruinas del Partenón son las huellas del apogeo de la cultura griega, los espectros del boliche son el rastro del fervor del gauchaje
Vos fuiste un boliche de antes,/ y hoy en tus horas de calma,/ por ahí no pasa un alma,/ reseros y caminantes./ Tus polvorientos estantes,/ duermen en un sueño profundo,/ mientras yo, meditabundo,/ pienso que fueron testigos/ de mil reuniones de amigos/ que ya no andan por el mundo. (Luis Domingo Berho)
En el campo la tormenta imita a las pinturas de Molina Campos. La lluvia es en las comarcas, el milagro más esperado
El relincho es una escuela para el padentrano en la que aprende a descifrar los paisajes que median entre el silencio y el balbuceo de la naturaleza
Bien es sabido que no es el mismo ladrido el de ciudad que el de campo adentro
Si hasta el perro en su ladrido/ me dio razón de que existo,/ todo lo andado y lo visto/ son cosas que van conmigo.
¿Será el canto del pájaro de comarca, la discusión musical entre el cielo y la tierra, o tal vez, la ceremonia india a la que hace siglo le florecieron alas? ¿Será el pájaro de la Pampa, un traficante de milenios, el eco del canto de una raza?
Un tremendo lechuzón,/ bichando por sobre el hombro/ me miraba con asombro/ parao en un varillón./ Al verme medio cercón/ con perza tendió vuelo/ y volando a ras del suelo/ pegó un grito y escuché/ que me trataba de “che”/ como tomándome el pelo. (Luis Domingo Berho)
Luna rural, faro de los marineros de tierra adentro
Te metes en el galpón/ por la hendija de una chapa,/ andás por las volcaderas/ o te subías a la parva./ A veces sos el plato hondo/ de borde azul que se usaba/ pa´los guisos gavioteros/ en el tiempo de la arada./ Subiendo dorada sos/ tortilla de güevo y papa/ que le da güelta en el aire/ la cocinera baquiana. (Luis Domingo Berho)
En el campo hay una frontera entre ricos y pobres, un límite entre el cielo y el horizonte, una barrera entre los caminos y el caminante: el alambrado
El auténtico árbol de la Pampa es el caldén. Árbol sagrado de los mapuches al que llamaban “Huitrú” ¿Cuántos dioses caben en el caldén, cuántos himnos ancestrales desata el movimiento de sus ramas?
Todos los fogones, las ruedas de mate, las partidas de truco ganadas y perdidas, sus batallas contra la luz mala y la soledad campera de la vida de un padentrano, se resumen en una callada cruz de palo en la remota huella
“Yo he visto cruces de palo/ A la orilla del camino/ Aquel que muere en el campo/ No lo olvida el campesino/ Yo he visto cruces de palo/ A la orilla del camino/ Le cantan los chalchaleros/ Como eligiendo sus trinos”. (He visto cruces de palo. Atahualpa Yupanqui)
Una de las formas que el padentrano tiene de vencer al tiempo es la galleta de campo
Cuando en un tiempo anterior/ con mis recuerdos acampo,/ vieja galleta de campo,/ me encuentro con tu sabor,/ Te saco del mostrador/ de un boliche imaginario,/ o sigo el itinerario/ de los panaderos fieles,/ llenando de cascabeles/ las calles del vecinderio...Vieja galleta de antaño/ que en un kilo entraban dos,/ yo no me olvido de dos,/ / de tu forma y tu tamaño;/ vos si que no hacías daño,/ ni después de tres semanas. (Luis Domingo Berho)
El truco no sólo es un juego para el padentrano, es también una manera de conocer al otro, una especie de terapia donde la verdad y la mentira muestran sus cartas
El truco fue aprendizaje/ pa´echar la falta sin nada,/ o enfrentar el as de espadas/ sin más arma que el coraje./ En él aprendió el gauchaje/ a jugarse en la partida.../ a retrucar enseguida/ o a ser prudente un segundo./ No hay otro juego en el mundo/ más parecido a la vida. (Luis Domingo Berho)
La vida padentrana tiene el sabor de los hermanos, es decir tiene sabor a mate
La vida padentrana tiene gustito a salmuera
La vida padentrana huele a cocina de chacra
El gaucho y su necesidad de alcanzar acá el más allá, lo ha llevado a reconocer en la luz mala y en diversas leyendas, el regreso de los ausentes
“el simple acto de clavar los ojos en el horizonte, y ver..., no ver nada; porque cuanto más hunde los ojos en aquel horizonte incierto, vaporoso, indefinido, más se le aleja, más lo fascina,lo confunde y lo sume en la contemplación y la duda? ¿Dónde termina aquel mundo que quiere en vano penetrar? ¡No lo sabe! ¿Qué hay más allá de lo que ve? ¡La soledad, el peligro, el salvaje, la muerte! He aquí ya la poesía: el hombre que se mueve en estas escenas se siente asaltado de temores e incertidumbres fantásticas, de sueños que le preocupan despierto”. (Facundo. Sarmiento)
En el campo hay una universidad de medicina y un hospital: la curandera
La curandera recita / con los labios apretados, / un credo dicho al revés
para que no lo oiga el diablo. (FERNÁN SILVA VALDÉS)
El gaucho siempre andaba armado: llevaba consigo la guitarra ¿Qué hubiera sido de Martín Fierro sin la vigüela? ¿Cómo hubiese llegado Santos Vega a ser leyenda, de no ser por el instrumento de seis cuerdas?
Para el padentrano el Martín Fierro no es un libro, es el camino
“ÉL andaba siempre juyendo,/ siempre pobre y perseguido,/ no tiene cueva ni nido como si juera maldito;/ porque el ser gaucho- ¡barajo!, / El ser gaucho es un delito” (Martín Fierro. José Hernández)
Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón
Etiquetas: Salamancas y caminos