Hace 44 años, las madres, esas mujeres paridas por sus hijos e hijas, se animaron a dar el primer paso en la Plaza de Mayo. Fue el primer desafío al terror. Romper el inmovilismo, la parálisis, el miedo. Andar, para no quedarse. Caminar, para no parar. En el centro mismo del poder. Frente a la casa rosada, esa casa nuestra, usurpada. Frente a frente con los genocidas. Los puños cerrados. La herida abierta. Marchar para no aceptar. El primer paso para salvaguardar la memoria.

En estos tiempos distópicos, muy clara y fuerte debemos repetir nuestra consigna para que las acaricie a todas: ‘madres de la plaza, el pueblo y la puebla, las abrazan’.

Podcast: Bajar

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