La Doctora en Ciencias Sociales, integrante del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIPDYCA) y docente de la Universidad Nacional de Río Negro, dialogó con Nacional Bariloche. Analizó el señalamiento hacia los jóvenes como el principal agente de propagación del virus, frente a la nueva fase ascendente de contagios. “Se exaltan algunas prácticas que pueden no ser las recomendables en desmedro de otras”, advirtió.
Se trata de una apreciación que según analistas concentra inmerecidamente la responsabilidad del rebrote en este segmento, alienta la estigmatización de la juventud y promueve una mirada punitiva que genera efectos adversos a la concientización que se pretende lograr, “se constituyen en chivos expiatorios, son depositarios de todos los descuidos”.
Opinó además, que al igual de lo que sucedió al comienzo de la pandemia con la estigmatización de quienes practicaban deportes aeróbicos, de gente de barrios populares de la ciudad o a los propios trabajadores de la salud, “es como un atajo, una posición facilista, una maniobra discursiva para eludir la responsabilidad institucional que se ha tenido en la mala toma de decisiones”.
Responsabilizó a los gobiernos provincial y municipal de haber dado señales erróneas en su momento, “si en agosto habilito el cerro (Catedral), las cervecerías y voy habilitando un montón de actividades, configuro un horizonte de lectura, de interpretación de la realidad, que pareciera de una situación superada o al menos controlada que lleva a determinadas prácticas”.
“Es muy fácil por parte de las autoridades poner el dedo acusador o culpar al otro”, sentenció.