Fue un año algo extraño el del bahiense Guido Pella, campeón de la Copa Davis en el 2016. Y desde allá se empieza a desandar su temporada 2017.
Como cada uno de los chicos que ganaron la Davis, Pella casi no tuvo vacaciones. Hubo una pretemporada muy acotada. "Sin la intensidad que hubiese querido" le dijo allá por enero al programa de cable “Tenis Sports”.
Y, ante la “catarata de renuncias” contra Italia, él que podría haber seguido los pasos de Del Potro y Delbonis, fue a poner la cara en los singles y se "comió" dos cachetazos.
"No me arrepentí de haber jugado la serie en Parque Sarmiento", aceptó Pella en el marco del US Open.
Los resultados no fueron buenos en la primera mitad del año y su ranking lo reflejaba. Se había ido más allá del casillero 140 de ATP (166 estuvo a finales de febrero y a principios de mayo estaba 158).
Entonces, aparecieron extrañas combinaciones en su calendario. De pasar de un ATP500 en canchas duras (Washington), a bajar a buscar puntos a un Challenger como el de Floridablanca en Colombia, que ganó.
"Tenía que salir a buscar puntos para regresar al lote de los 100 mejores y terminar allí el año" contó sonriendo (y aceptando algo de desprolijidad en el calendario) Guido.
Y algo parecido ocurrió al final de la temporada. Del frío de los ATP indoors y en canchas rápidas pasó son escala al Challenger de Montevideo, en polvo y con calor.
Todo por los puntos para subsanar aquel mal arranque. Y esta bien.
Un dato final. Hasta fin de febrero apenas defiende 55 puntos de ATP. Y con el ranking que termina la temporada (Top-65) entrará directo a la gira oceánica y a la de polvo de ladrillo en Sudamérica. Buenas semanas lo devolverán, con firmeza, al Top-50. O aún mejor. Pella tiene con que...