Con una asombrosa historia de vida, este ciudadano frances que se desempeñó en varias bodegas con un proyecto que lo entusiasmara, decidió un dia visitar la Argentina.
Pasó de su Borgoña natal a Salta, casi sin escalas y se enamoró del lugar y de su gente. Formó su familia y es parte de esa gran tribu que se llama Colomé, ese desierto de gran altitud, entre 1750 y 3000 metros.
Allí desarrolló sus vinos que hoy son reconocidoes en todo el mundo.
En diálogo con el equipo de Nunca es tarde, habló de las características de los vinos de altura, como las temperaturas, el sol, los vientos, etc.
Habló de las diversas cepas, las plantaciones y los modos de trabajo.
"Tenemos mucha libertad para plantar lo que queremos donde queremos, hay mucho tiempo y mucho terreno para experimentar y eso no ocurre en todos lados".
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