Entrevista a Daniel Pérez Chada

Trastornos del sueño: criterios para diagnosticar y tratar a tiempo

En plena vida moderna, muchos argentinos lidian con noches de insomnio, despertares frecuentes, sueño poco reparador y fatiga diurna. Detectar a tiempo si esas molestias forman parte de un trastorno del sueño es clave para evitar perjuicios en la salud mental, física y social.

 

Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral, dialogó con el equipo de Ramos generales y señaló que más allá de la frecuencia de los síntomas, lo decisivo es el impacto diario que tienen esas dificultades para dormir. Cuando las alteraciones nocturnas empiezan a afectar el rendimiento laboral, las relaciones personales o la salud emocional, es señal de que es momento de buscar ayuda profesional.

"Restringir horas de sueño tiene un impacto importante en múltiples funciones orgánicas", afirmó, al tiempo que indicó que "hay alrededor de 90 enfermedades calificadas en relación al sueño".

El insomnio se define como la dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo o despertarse demasiado temprano, incluso cuando hay oportunidad y condiciones adecuadas para dormir. En muchos casos esos síntomas aparecen por situaciones de estrés, ansiedad, rutinas irregulares o preocupaciones, pero cuando se repiten varias noches por semana y persisten durante semanas o meses, se considera un problema más serio.

Para estimar si dormir mal es solamente ocasional o ya un trastorno, hay que tener en cuenta algunos criterios: si los síntomas suceden al menos tres veces por semana, si duran más de tres meses, si hay despertares frecuentes, sueño no reparador o somnolencia durante el día. Lo que distingue al insomnio crónico no es solo el tiempo, sino cómo este deteriora la calidad de vida.

Además del insomnio, hay otros trastornos del sueño que pueden pasar desapercibidos: la apnea del sueño (interrupciones de la respiración durante la noche), los ritmos circadianos alterados, o situaciones como la narcolepsia. Pérez Chada advierte que signos como ronquidos fuertes, sensación de no descansar aunque se duerma muchas horas, somnolencia excesiva durante el día o despertares frecuentes, son indicios de que puede ser necesario realizar estudios específicos.

En cuanto al diagnóstico, se enfatiza la necesidad de una evaluación integral: historia clínica bien detallada, análisis de hábitos de sueño, factores psicológicos, físicos y ambientales; identificar si hay enfermedades asociadas (por ejemplo, respiratorias, endocrinológicas o dolorosas) o si hay medicamentos que puedan interferir con el sueño. En ciertos casos, pueden realizarse estudios como polisomnografía o registro domiciliario de sueño.

Sobre el tratamiento, en casos de insomnio agudo a menudo alcanza con cambios en los hábitos, pautas de higiene del sueño, manejo del estrés, establecer horarios regulares para acostarse y levantarse, limitar el uso de pantallas antes de dormir, evitar estimulantes como cafeína o alcohol cerca de la hora de acostarse, y crear un ambiente propicio para dormir. Cuando la situación es crónica, puede requerirse terapia cognitivo-conductual específica, y en algunos casos uso farmacológico con seguimiento médico.