El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió en la Casa Blanca a su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien en su primera visita internacional en 19 meses busca abrir un diálogo para avanzar hacia la ansiada recuperación de la economía, en momentos en que ambos países viven brotes importantes de coronavirus.
El eje central de la visita de López Obrador es, a nivel simbólico, sellar con una foto y un encuentro personal la entrada en vigencia este mes del nuevo tratado de libre comercio de los tres países norteamericanos -Estados Unidos, Canadá y México, el llamado T-MEC, que reemplazó al Nafta, aprobado en 1994.
Pero, a nivel práctico, el eje es la economía y los esfuerzos poco disimulados del Gobierno mexicano de encontrar en Estados Unidos un salvavidas que le permita iniciar una recuperación económica, muy necesaria tras los efectos de la pandemia.
Solo entre abril y mayo pasado, el Instituto de Estadística de México estimó que se perdieron 20 millones de empleos formales y, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), este año el PBI podría caer más de un 10%.
López Obrador apuesta a que el T-MEC pueda reactivar la economía mexicana y, por eso, no canceló su viaje -como si lo hizo su par canadiense, el premier Justin Trudeau-, pese a que Estados Unidos está viviendo una aceleración dramática de la pandemia y muchos expertos alertan que la transmisión del virus está fuera de control.
Otra prueba de la apuesta económica que está haciendo López Obrador es la comitiva que eligió para este viaje.
Además del canciller Marcelo Ebrard, lo acompaña la titular de Economía, Graciela Márquez, el jefe de la oficina de la Presidencia, un empresario, Alfonso Romo, y un grupo de 11 empresarios -entre ellos, solo una mujer-, muchos de los cuales forman parte de su equipo asesor.
Toda esta comitiva tiene previsto participar de la cena hoy en la Casa Blanca.
La delegación mexicana llegó anoche a Estados Unidos y hoy el presidente se dedicó a visitar monumentos en Washington antes de su visita a Trump, fiel a su afición por la historia.
Primero visitó el memorial de Abraham Lincoln, un líder estadounidense reconocido por México por haberse declarado en contra de la guerra de Estados Unidos contra ese país vecino en 1846, tras la anexión de Texas.
A continuación dejó otra ofrenda floral en el monumento del ex presidente mexicano Benito Juarez, en la vera del río Potomac. Allí lo esperaban inmigrantes mexicanos simpatizantes y detractores de su Gobierno.
La última visita de un mandatario mexicano a la Casa Blanca fue hace cuatro años cuando Enrique Peña Nieto se reunió con el entonces presidente Barack Obama.
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