El terremoto que sacudió el 6 de febrero el sur de Turquía y sus réplicas posteriores, dejaron más de 50.000 muertos, generaron daños materiales por más de 34.000 millones de dólares y los costos para la reconstrucción se calculan que podrían ser "el doble", según estimaciones del Banco Mundial. Iona Coronato, responsable de la interpretación durante la misión humanitaria por parte de Cascos Blancos, compartió detalles de la experiencia vivida. “Cuando llegamos el panorama era más desolador de lo que pensamos”, reveló.
Explicó que el rol que tuvo en Turquía fue de “enlace idiomático e intérprete” y precisó que, además del grupo argentino, había “entre 84 y 86 brigadas de rescate” de distintas partes del mundo.
Describió que, al llegar al país, encontraron “casi el 80 por ciento de todas las construcciones y edificios reducidas en escombros, mucho frío no había agua ni luz”.
Coronato advirtió que “el desastre es tal que la reconstrucción es un estadio que todavía no se ha empezado ni a pensar” y señaló que “hay que volver a hacer toda la ciudad de nuevo”.
Destacó, a su vez, como algo positivo “la solidaridad de la comunidad internacional y la de la sociedad turca que fue muy amorosa, generosa y agradecida por la ayuda que brindamos”.
Por último, en un intento por dimensionar la situación, remarcó: ¿cómo algo que dura tan poco tiempo puede generar tanta destrucción?
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