Por Fernando Cárdenas EFE937

Un amor eterno

Hay una afirmación que sostiene con peso de verdad universal que los mejores discos son aquellos gestados en el dolor, los que tienen rupturas sentimentales como motor compositivo y chispa propulsora. Ahí están Blood on the tracks de Bob Dylan, Rumours de Fleetwood Mac, Face Value de Phil Collins y, más acá en el tiempo, Honestidad Brutal de Andrés Calamaro para acompañar tal afirmación. El amor después del amor llegó el 1 de junio de 1992 para rebatir aquella idea con la fuerza de catorce canciones plenas de inspiración. Catorce canciones que hicieron clic instantáneo en los corazones del público.

El séptimo disco de estudio de Fito Páez es su regreso al lado luminoso. Páez abrazando una renovada vitalidad, después de una temporada en la oscuridad, del asesinato de sus tías en Rosario, de su ruptura sentimental con Fabiana Cantilo, de los excesos de década del ochenta y de las fantasías de exilio. Un álbum compuesto bajo el influjo y el encantamiento de la relación entre el rosarino y la actriz Cecilia Roth.

Con El amor después del amor Páez hace las paces con el pasado y se entrega sin condiciones a la celebración del presente. Y lo hace con canciones que suenan expansivas, poderosas e imperativas (nadie puede y nadie debe vivir sin amor), como pensadas para cantar a los gritos en un estadio lleno repleto de gente. Lo hace, además, rodeado de viejos y admirados camaradas de ruta. Están Mercedes Sosa, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Fabi Cantilo, y hasta un Gustavo Cerati sampleado, aportando su calor a un álbum que es puro amor y combustión.

El amor después del amor, el álbum que desplazó a Rocas Vivas de Miguel Mateos del trono de disco más vendido del rock argentino, representa el ingreso definitivo de Fito al olimpo de los dioses rockeros. El disco que estuvo, y está, en las discotecas de cada hogar argentino. Un disco en el que sobrevuela la melancolía como un eco lejano pero que confirma, por otros medios, aquello que con sabiduría sostiene el Flaco Spinetta: Mañana es mejor.

Fernando Cárdenas