Patricia Bullrich dice que no se puede equiparar la violencia con el funcionamiento del sistema republicano. Es otra manera de justificar por qué no repudió el intento de magnicidio en contra de Cristina Kirchner. Además, es una concepción precaria de la violencia y se puede fundamentar lo contrario para afirmar que sí se puede establecer esa equiparación.
Slavoj Žižek escribió un libro titulado Sobre la violencia, seis reflexiones marginales. Las tesis del filósofo esloveno discuten con ideas simplistas como “solo el amor vence al odio” y la formulada por la titular del PRO. Su conceptualización es mas compleja y considera a la violencia como una tríada conformada por tres elementos: uno subjetivo, el visible en la superficie de los acontecimientos, y dos objetivos, no inmediatamente perceptibles: la violencia simbólica y la violencia sistémica.
Esta última ocurre en los niveles económicos y políticos de la sociedad que –leídos desde la coyuntura argentina- permiten afirmar que la república (y aún la democracia), como la conciben el PRO y otros liberalismos argentinos, constituyen el elemento político de la violencia sistémica. Žižek propone evitar discursos pacifistas porque existe la “violencia divina”, así definida por el filósofo alemán Walter Benjamin. Esta es liberadora, expresión de pura pulsión pero no de muerte, sino de un exceso de vida.
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